Dada la buena acogida de la experiencia de Reme con el Padre Tarín, paso a redactaros otra carta que me mandó otra persona que encontró en él su paz. Así dice:
Al día siguiente de una delicada operación de vejiga, mi esposo comenzó a
padecer una poliartritis, que le dejó casi sin movilidad, ocasionándole unos
fuertes dolores en todas las articulaciones de su cuerpo.
Esto ocurrió en Febrero del año 2010 y aún en mayo no podía caminar.
Era la celebración de la novena de nuestra patrona la Virgen de Araceli y
asistimos a ella a través de la pantalla de la televisión que la emitía cada
noche.
En esta ocasión, el padre jesuita Diego Muñoz predicaba fervorosamente, movilizando
conciencias y sensibilizando corazones y pude escucharle pedir un milagro, con
motivo del centenario de la muerte del Padre Tarin.
En ese momento me encomendé a su interseción y le pedi que mi marido sanara.
Con el paso de los dias fué mejorando paulatinamente y acordándome de este
hecho, quise encontrar alguna estampa suya y confié en que esto ocurriera.
Como no tenía noticias, pedí a Dios una señal.
Con motivo del fallecimiento de Fray Gabriel de la Dolorosa, un fraile de los
franciscanos al que teníamos un gran cariño los feligreses lucentinos, acudimos
a su entierro, al que asistieron sacerdotes venidos de muchos lugares para
estar presentes en el. Allí en el cortejo pude ver pasar al Padre Diego, y
pensé, que era un buen momento para hablarle, una vez finalizado el acto
litúrgico, y así poder contarle lo ocurrido. Pero resultó imposible,
desapareció entre la multitud y no pudo ser.
Me fuí muy apenada, como cada tarde, para acompañar a mi padre que se hallaba
ingresado en una residencia a las afueras de la ciudad, desde que a finales de
2009 y coincidiendo con el momento en el que a mi marido tambien habia
enfermado, le afectara un derrame cerebral que le dejó en estado vegetativo.
Al llegar a la habitación, encontré a una tia mia, que residía allí y que
aguardaba mi llegada un poco alterada.
Dijo que me esperaba desde hacia rato y habia tardado en llegar. Quería
contarme, que el dia anterior, un cura habia venido a visitarles y que a mi
padre le habia administrado el Sacramento de la Unción de Enfermos.
Con mucho ímpetu extendió la mano y me dijo: "Desde ayer guardo esto para
ti".
¡ No lo podía creer !, ¡ Era la deseada estampa del Padre Tarin que yo anhelaba
tener !. Y había sido el propio Padre Diego quien les habia visitado.
Hoy estoy escribiendo esta experiencia con lágrimas en los ojos, pero con mucha
alegría en el corazón, y doy gracias a la Providencia Divina, que quiso
acercarse a nosotros y manifestar a través de este hecho, la santidad del Padre
Tarín.
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