sábado, 17 de mayo de 2014

EL PADRE TARIN APARECIÓ EN NUESTRAS VIDAS.

Dada la buena acogida de la experiencia de Reme con el Padre Tarín, paso a redactaros otra carta que me mandó otra persona que encontró en él su paz. Así dice:

Al día siguiente de una delicada operación de vejiga, mi esposo comenzó a padecer una poliartritis, que le dejó casi sin movilidad, ocasionándole unos fuertes dolores en todas las articulaciones de su cuerpo.

Esto ocurrió en Febrero del año 2010 y aún en mayo no podía caminar.

Era la celebración de la novena de nuestra patrona la Virgen de Araceli y asistimos a ella a través de la pantalla de la televisión que la emitía cada noche.

En esta ocasión, el padre jesuita Diego Muñoz predicaba fervorosamente, movilizando conciencias y sensibilizando corazones y pude escucharle pedir un milagro, con motivo del centenario de la muerte del Padre Tarin.

En ese momento me encomendé a su interseción y le pedi que mi marido sanara.

Con el paso de los dias fué mejorando paulatinamente y acordándome de este hecho, quise encontrar alguna estampa suya y confié en que esto ocurriera.

Como no tenía noticias, pedí a Dios una señal.

Con motivo del fallecimiento de Fray Gabriel de la Dolorosa, un fraile de los franciscanos al que teníamos un gran cariño los feligreses lucentinos, acudimos a su entierro, al que asistieron sacerdotes venidos de muchos lugares para estar presentes en el. Allí en el cortejo pude ver pasar al Padre Diego, y pensé, que era un buen momento para hablarle, una vez finalizado el acto litúrgico, y así poder contarle lo ocurrido. Pero resultó imposible, desapareció entre la multitud y no pudo ser.

Me fuí muy apenada, como cada tarde, para acompañar a mi padre que se hallaba ingresado en una residencia a las afueras de la ciudad, desde que a finales de 2009 y  coincidiendo con el momento en el que a mi marido tambien habia enfermado, le afectara un derrame cerebral que le dejó en estado vegetativo.

Al llegar a la habitación, encontré a una tia mia, que residía allí  y que aguardaba mi llegada un poco alterada.

Dijo que me esperaba desde hacia rato y habia tardado en llegar. Quería contarme, que el dia anterior, un cura habia venido a visitarles y que a mi padre le habia administrado el Sacramento de la Unción de Enfermos.

Con mucho ímpetu extendió la mano y me dijo: "Desde ayer guardo esto para ti".

¡ No lo podía creer !, ¡ Era la deseada estampa del Padre Tarin que yo anhelaba tener !. Y había sido el propio Padre Diego quien les habia visitado.

Hoy estoy escribiendo esta experiencia con lágrimas en los ojos, pero con mucha alegría en el corazón, y doy gracias a la Providencia Divina, que quiso acercarse a nosotros y manifestar a través de este hecho, la santidad del Padre Tarín.

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